Cincuenta años… ¿para celebrar qué?

Por Rogério Manzano

14 de Enero de 2012

Se suponía que la Revolución también había llegado al baseball cubano aquel día.

Se suponía que era el catalizador del cambio, la herramienta transformadora, que haría evolucionar el deporte nacional hacia un estado superior de progreso y prosperidad.

Y es que todo proyecto humano, cualesquiera que sea su característica, siempre nace preñado con un propósito de futuro, con un interés de éxito.

No dudo que en 1962 la idea de las Series Nacionales fue esa también: llegar a convertirse en una institución respetable y poderosa, capaz de fertilizar la riqueza y fortaleza del pasatiempo favorito de los cubanos.

Pero, después de 50 años, allá en La Habana aún quieren prender velitas sobre un cake al que hace rato se le derritió el merengue.

Las causas del desastre no hay que buscarlas en ninguna parte, están sembradas en la historia de nuestra propia pelota. Sólo hay que mirar donde los que dirigen hoy no han querido ver nunca.

El primer torneo organizado de béisbol en Cuba se jugó en 1878. Medio siglo después, aquellas primitivas aspiraciones habían generado en el nacimiento de la segunda potencia beisbolera del mundo.

Para cuando Fidel Castro y sus revolucionarios llegaron al poder, Cuba ya poseía el más pujante y admirado circuito de baseball fuera del territorio de Estados Unidos.

Los beisbolistas isleños eran los extranjeros mejor cotizados por todas las organizaciones de las Grandes Ligas y muchos eran pilares fundamentales de sus clubes.

Por otro lado, las escuadras amateurs de la Isla dominaban todas las competencias internacionales en que se presentaran, ya fueran Juegos Centroamericanos, Panamericanos o Series Mundiales Aficionadas.

Aunque la Liga Profesional era la más importante, la proliferación y el número de organizaciones semiprofesionales y amateurs por todo el país resultaba extraordinario, e incluso en muchos casos significaban el trampolín para el salto hacia los circuitos pagados.

Cuba además, poseía una próspera base empresarial que sustentaba la continuidad y existencia del baseball profesional. Los peloteros recibían salarios justos, muy diferente a la época de aquellos pioneros decimonónicos que cubrían sus gastos con la caridad de los fanáticos.

Los cubanos no sólo señoreaban con sus equipos campeones en las Series del Caribe, sino también habían influido en el crecimiento y auge de la disciplina por toda América Latina y más allá.

Sólo Cuba y Canadá eran los únicos países con equipos representativos dentro de los circuitos menores del baseball estadounidense, aunque la mayor de las Antillas era el principal aspirante a poseer la primera franquicia extranjera en las Grandes Ligas.

Etc, etc, etc…

Pero apareció Fidel, con su Revolución… ¿habíamos dicho que para mejorar todo aquello?… o al menos ese era el plan, supongo.

En este instante, ya resulta intrascendente cuestionar el cambio en sí mismo, o quién lo propició, sino el resultado.

¿Qué tenemos hoy, 14 de enero de 2012, después de 50 años de la mal llamada pelota revolucionaria?

En lo particular, un torneo nacional de calidad muy cuestionable, con peloteros muy mal pagados y a medio formar.

En lo general, un béisbol donde abundan las deficiencias técnicas, de preparación y adiestramiento a todos los niveles, incluidos managers, coachs y hasta árbitros.

La inexistencia de otros torneos o Ligas independientes fuera del entramado que cubren la Series Nacionales (a saber, Campeonato Provincial-Liga de Desarrollo-Serie Nacional).

Ni un solo estadio edificado que haya podido superar la obra constructiva del Stadium del Cerro, aún cuando esté hoy en peores condiciones que en 1946.

Una selección nacional que no posee un sólo título internacional de nada.

La imposición de un apartheid mediático contra las estrellas profesionales cubanas anterior a 1962 o después.

La censura estalinista contra el baseball profesional, especialmente el de Grandes Ligas.

La estigmatización facistoide de los peloteros que decidieron romper con las cadenas ideológicas que lo ataban al sistema.

Un desangramiento continuo del talento deportivo por falta de libertad y oportunidades.

Etc, etc, etc…

Todavía me pregunto si hay algo que celebrar este 14 de enero.

4 Responses to Cincuenta años… ¿para celebrar qué?

  1. jorge says:

    discrepo de tu comentario aunque haya poco que celebrar estos 50 anos del beisboll revolucionario nuestra serie nacional es mejor que las ligas invernales de los paises del caribe donde existe calidad pero la corrucion y los dopajes esta a la luz del dia los peloteros no se esfuersan al maximo poque dependen de los equpos que los firmaron a veces solo por unos pocos dolares nuestra pelota nesecita cambios urgentes pero la estructura de la seri nacional es buena o tra mejor que el latino el calixto garcia de holguin

  2. jose says:

    Me gusto mucho el articulo Rogerio pero me impactó en especial esta frase…Ni un solo estadio edificado que haya podido superar la obra constructiva del Stadium del Cerro, aún cuando esté hoy en peores condiciones que en 1946.

    Felicidades deberías dar mas a menudo rienda a tu pluma-teclado caray

  3. jose says:

    Ah se me olvidaba, le mandé a Cuki una captura de su artículo y me dijo que te diera las gracias por reproducirlo

  4. Angel Esteban says:

    Rogerio…veo que escribe muy bien, pero tiene dificultades en corresponder ideas con hechos…ud mismo ha demostrado los innumerables logros internacionales de Cuba que esta rankeada en numero uno por los “yumas”, como dicen algunos. Por los sesudos de Suiza. Y sin embargo…ud no lo considera un resultado valioso?. Creo que al decir martiano “Al que robe un derecho, cortesele la mano”., habria que cortarle todos los miembros a personas que como ud usan la politica y el odio visceral hacia el gobierno para desacreditar a personas honradas y sobretodo, manchar el nombre de nuestro deporte, que sea bueno o malo, es el nuestro. Como se sentiria el Duke, Jose Ariel, o cualquier cubano en Grandes Ligas al que se le diga que mientras jugo para la seleccion cubana, el esfuerzo realizado y las medallas logradas, no forman parte de la digna historia de la patria de todos los cubanos. Por favor, señor Rogerio. No todo lleva politica, ni lleva Fidel Castro…abra su espectro.Ud se ve una persona preparada. Con todo el respeto…sus trabajos son muy documentados, pero aqui se nota mas que todo un trasfondo politico-personal.

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