Kendrys Morales: su vida está llena de retos

Fuente: ESPN Deportes

Por Gaby Rodríguez

10 de Julio de 2013

Dice el refrán que ‘cuando las cosas no salen bien, lo intentas de nuevo, otra vez y una vez más hasta que logres tu objetivo’. Algo similar a esto pasa por la mente de quiénes la determinación es una de sus principales cualidades, como lo es el caso del pelotero cubano Kendrys Morales.
El toletero de los Marineros de Seattle supo desde pequeño que su vida estaba en el terreno de juego y pronto fue llevado por el camino preciso.

“Mi papá me venía entrenando, él se dio cuenta de que yo podía avanzar en la pelota y me obligaba prácticamente a practicar mejor”, dijo Morales a ESPNDeportes.com.

Lo que aprendió Morales de su padre y su gran inspiración fue primordial desde sus inicios en el deporte hasta el día de hoy. “Me ayudó demasiado, él fue el primero que se dio cuenta de que yo podía ser pelotero y después de cierto tiempo no me pudo ver porque falleció cuando yo tenía 8 años, pero lo hice (seguir entrenando arduamente) para no defraudarlo a él, prepararme mejor”, dijo el caribeño.

La disciplina y la práctica llevaron a Morales a desarrollar sus habilidades al máximo en los diferentes niveles en los que ha competido. En la Serie Nacional en Cuba impuso 7 récords para novatos, incluyendo jonrones y carreras impulsadas. El legendario equipo capitalino de Industriales fue uno de los primeros equipos en poner un ojo en esta promesa del juego de pelota, y que fue subiendo de nivel tan rápidamente que a los 17 años ya era el cuarto bate.

Su estadía con el equipo de la Habana fue relativamente corta, ya que fue acusado de haber hecho contacto con personas para ayudarle a salir del país. Él lo negó. Los problemas no cesaron, fue acusado de desertor de la nación y lo separaron del equipo. Kendrys lo que quería era jugar y si no era en Industriales, sería en otro lugar, pero él iba a jugar pelota.

Se dio cuenta de que ahí no estaría la oportunidad para la que él tanto se había preparado toda su vida y así honrar la memoria de su padre. Salir de Cuba no era una opción sino una obligación. No hubo más remedio que tomar una balsa e intentar salir de la isla. En el primer intento fracasó, luego intentó e intentó e intentó de nuevo.

Como tantos que salen en busca de una mejor vida, Kendrys lo siguió intentando. En total fueron 12 las veces que hizo a la mar. El camino no fue fácil, incluso fue a dar a la cárcel en un par de ocasiones. Pero su esfuerzo le rindió frutos. La vida y la corriente marina lo llevaron a República Dominicana en junio del 2004 donde a través de un escucha le llego la oportunidad esperada, un contrato de 6 años con los Angelinos de Los Angeles.

Con los Angelinos debutó en el 2006, con actuaciones destacadas en el 2009 y 2010, pero un nuevo obstáculo se interpuso en su camino. Una lesión en el pie izquierdo, sufrida en medio de la celebración de su primer cuadrangular con las bases llenas, que también sirvió para acabar un partido, causó que se perdiera el resto de esa temporada, así como la siguiente. Fueron casi dos años fuera del béisbol, pero Morales no se rindió.

Logró volver a juego en el 2012, pero para ese entonces los Angelinos tenían otros planes para él, enviándolo a los Marineros en cambio, lo que causó un nuevo disturbio en su vida. Pero Morales no se amilanó, y ya es uno de los querendones de la fanaticada del equipo del noroeste norteamericano.

En su reciente visita de vuelta al estadio de los Angelinos, Morales afirmó que ha podido adaptarse bien a su nuevo entorno.

“Desde mi llegada, me han hecho sentir como en casa. Aunque la comunidad latina allá es menor en tamaño, me han acogido bien, incluso desde los entrenamientos primaverales. Hemos jugado mucho fuera de casa, por lo que no he tenido la oportunidad de compartir tanto como quisiera, pero ya soy parte de la familia”, afirmó Morales.

Definitivamente que cuando las metas están bien trazadas, no hay obstáculo que se imponga. Kendrys Morales es un gran ejemplo de que la perseverancia y el factor psicológico son fundamentales no sólo en el campo, sino en el ese gran juego que jugamos todos, a ese que le llamamos vida.

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