Por Rogério Manzano
1 de Junio de 2012
Se fue otra Serie Nacional. La número 51 desde que en 1961 el gobierno actual le cerró las puertas al béisbol profesional y promulgó su propia organización de la pelota cubana.
Aún cuando el histórico triunfo de Ciego de Ávila marcó el más reciente episodio en la cincuentenaria memoria de estos torneos, probablemente, la temporada de 2011-12 pase a la posteridad como la primera y última campaña de su tipo jugada con una estructura impar de 17 equipos. Pero, todavía es muy temprano para asegurar tal afirmación.
Durante los últimos meses se ha opinado y reflexionado mucho sobre el tema de la estructura. Especialistas y fanáticos, en Cuba y otras partes del mundo, han armado y desarmado castillos de ideas sobre las fronteras virtuales de la Internet y más allá.
Las propuestas han llovido desde todas partes. Algunas proposiciones son similares, otras difieren, pero los puntos de vista son tantos, y tan variados, que a la caldera de la polémica lo menos que le ha faltado es fuego para mantenerse hirviendo.
Como me siento, y soy, parte de esta comunidad que podría denominarse fácilmente “fanáticos del béisbol cubano”, también deseo exponer mi tesis. Empero, más que formular otro simple esquema de estructura, me gustaría razonar sobre algunos puntos de vista que, quizás, pudieran adicionarse a los juicios que se han emitido, y a los que faltan por aparecer.
La necesaria concentración de la calidad
En una de sus mejores épocas, hacia la década de los años 50 del siglo XX, la Liga Profesional Cubana se desarrollaba con cuatro equipos. En ese instante la Isla contaba con una población ligeramente superior a los 5 millones y medio de habitantes.
Casi 20 años después, cuando se ensayó la Serie de los Diez Millones en 1970 (el certamen más fuerte que se realizó en Cuba por esas fechas), la población, según el censo de ese año, había aumentado a 8.569.121 millones. El número de equipos puestos en competencia esa vez fue de seis.
Hacia finales de los 80s, la Serie Selectiva (el campeonato élite de la pelota cubana después de 1962), llegó a tener en su momento culminante ocho novenas repletas de talentos, en una etapa en que la población isleña rondaba los diez millones de personas.
Con toda intención he obviado usar como referencia el total de equipos de la Serie Nacional después de la temporada de 1966-67 (última que se jugó con seis elencos), porque a partir de esa fecha se produjo una absoluta desconexión entre la calidad del certamen, el número de clubes y el total de habitantes del país. Estos elementos nunca fueron coordinados a la hora de satisfacer el equilibrio competitivo de la Serie Nacional y por esa razón, para lograrlo, se debieron crear otros certámenes adicionales como las Series Selectivas, las Copas Revolución y las Súper Ligas.
De manera que me he remitido sólo a aquellas lides donde hubo concentración de la calidad. En realidad la Serie Nacional nunca ha funcionado como una liga premier sino como un evento de desarrollo. De hecho, aún trabaja como tal, pues en nombre de la representatividad territorial se ha sacrificado la calidad desde 1967.
Es increíble que hoy, el torneo de mayor categoría que se organiza en Cuba para jugar pelota, posea cerca de un dos por ciento de sus atletas entre 18 y 20 años de edad. Para ponerlo en perspectiva, de acuerdo con los datos oficiales de los rosters de la última contienda 2011-12, la cifra mencionada significa que de 32 jugadores por plantilla, mínimo cinco, eran casi adolescentes. El dato resulta más revelador cuando descubrimos que en las nóminas de Grandes Ligas, el average de beisbolistas en una escala de edad mucho más amplia (18-22 años) es de cero por ciento en la casi totalidad de los 30 clubes.
Y es que esos jóvenes, salvo los casos excepcionales de algún súper talento, deben competir en una lid donde se les brinde la posibilidad del desarrollo diario y se evite quemar las etapas de su formación. Visto de este modo, el primer objetivo de mi propuesta sería concentrar la calidad y establecer patrones de crecimiento en un esquema que intentaré describir a continuación.
En busca de la competitividad perdida
Para quien haya tenido la experiencia de vivir en una sociedad capitalista, y conozca, o entienda, como funciona el deporte profesional, le resultará muy complicado figurar el posible resultado de una franquicia de béisbol (no vista como un simple equipo, sino como toda una organización) bajo una economía de propiedad socialista. De manera que en esta abstracción no pretendo ir más allá de ilustrar la forma orgánica mas que la funcional.
Mi primer paso sería desmontar el improductivo sistema político-deportivo-administrativo de equipos territoriales que se aplica en el presente, así como todo el andamiaje burocrático que lo asfixia, desde la Comisión Nacional hasta el campeonato provincial. Bajo los principios de elevar la calidad del espectáculo y la categoría de la competencia, centraría entonces cada recurso y esfuerzo en ensamblar una nueva entidad cimentada en el pragmatismo y la funcionalidad del modelo “franquicia”.
Por supuesto, cada agrupación se formaría a partir de un concepto más empresarial. Las franquicias presentarían una configuración escalonada que, en el nivel superior de la pirámide incluiría la novena principal con los mejores beisbolistas, en el peldaño intermedio tendría el equipo “granja” para desarrollar a los prospectos y en la base, una academia destinada a descubrir y formar el talento que alimentaría las escuadras superiores.
Individualmente, las franquicias podrían ser conducidas por un gerente, o administrador general, quien tendría la responsabilidad de liderar, estimular y aglutinar tras de sí a directores, entrenadores, caza talentos, atletas, etc, con el único propósito de ofrecer el mejor espectáculo a los fanáticos.
A grandes rasgos, los equipos superiores competirían en una categoría de Liga Nacional, los inferiores jugarían en un nivel de Liga de Desarrollo y las academias participarían en un formato de Liga Instruccional (1).
La cabeza rectora, legislativa y ejecutiva de este proyecto podría llamarse Asociación, Organización o Comisión Nacional, con un grupo de hombres al frente donde sus características esenciales, se definieran en primera instancia, por la capacidad creadora, la mente abierta o la potencialidad innovadora, pero jamás por su compromiso ideológico.
Hasta aquí una idea muy simplificada para tratar de profundizar, no sólo en la competitividad del certamen nacional, sino también garantizar el desarrollo y el abastecimiento constante del talento deportivo.
(1) Las ligas instruccionales tienen un carácter más didáctico que competitivo. Se trata de que el atleta primero aprenda a jugar, antes que a competir. La esencia es ejercitar y perfeccionar los fundamentos del baseball y los hábitos de trabajo en el terreno. Usualmente un partido puede ser detenido por un mero propósito de análisis educativo.
¿Existe la representatividad territorial?
Casi desde el mismo comienzo de las Series Nacionales, fue el mayor interés de los organizadores que cada territorio de la nación estuviera permanentemente representado en la máxima competencia del béisbol cubano.
Pero, desde el par de equipos que se instituyeron por cada una de las seis provincias en la temporada de 1967-68, hasta el presente, el torneo ha transitado por un extenuante y continuo proceso de avance y retroceso en este tema. El resultado que dejó la más reciente división político-administrativa del país, implementada en 2011, incluye un total de 17 equipos en representación de 15 provincias (excepto la capital que todavía cuenta con dos) y un municipio especial.
Pero insisto en que representatividad territorial nunca ha compaginado con calidad. De hecho no aplica para ningún circuito del béisbol en el mundo, es un factor inválido. ¿Qué pasaría si cada una de las 47 prefecturas de Japón pretendieran tener un equipo en el máximo nivel de su baseball, si las Grandes Ligas establecieran que sus 51 estados y 13 territorios participaran con un elenco en el Big Show o si los 23 estados de Venezuela, el distrito capital y las dependencias y territorios federales decidieran inscribir un conjunto en su circuito invernal? ¿Sería un absurdo, verdad? No para Cuba, donde igualdad se confunde muy a menudo con igualitarismo.
Aunque la norma de una selección por provincia resulta muy exclusiva de la política deportiva llevada a cabo en las últimas cinco décadas, la vida real dicta una decisión muy diferente con la degradación del deporte Base, la actual división político-administrativa y el inoperante diseño económico que tiene el país. Hay que entender que, aún reduciendo el campeonato a cuatro equipos, seguiría existiendo representatividad territorial y el único conflicto sería la imposibilidad de complacer a todos los habitantes de la Isla en este aspecto.
El proceso de selección que propondría para elegir las sedes territoriales de las franquicias, estaría basado en la medición de varios detalles objetivos como posibilidades económicas del lugar, número de habitantes, ubicación geográfica y otras capacidades logísticas donde se incluyan instalaciones, facilidades de competencia y entrenamiento, transporte y acceso, etc. En el plano subjetivo, la elección debería estar muy influenciada por las tradiciones beisboleras, el apoyo de los fanáticos, los resultados históricos y la popularidad del béisbol en el sitio escogido.
La idea es garantizar que las franquicias queden establecidas, no sólo en las ciudades o territorios con más posibilidades económicas y con mejor base de fanáticos, sino también que se logre una distribución equilibrada y justa a través de las tres principales regiones de la geografía nacional (oriente, centro y occidente) sin que una desbalancee a la otra con demasiada concentración de equipos.
El principio de no-territorialidad
Hace más de 50 años, cuando existía béisbol profesional en Cuba, era muy común que los equipos se formaran con beisbolistas de diversa procedencia del país. Ni siquiera era un factor a tener en cuenta, bastaba que el pelotero tuviera talento. Por este criterio, en el mismo Almendares podían compartir un mismo uniforme Willy Miranda (Oriente), Héctor Rodríguez (Habana), Octavio Rubert (Las Villas) y Roberto Ortiz (Camagüey), sin que nadie se escandalizara.
En los primeros seis torneos de la Serie Nacional, aunque de diferente modo, el lugar de nacimiento tampoco significaba una camisa de fuerza. En 1965 cerraban filas en la selección de Occidentales, Félix Isasi (Matanzas), Jorge Trigoura (Habana) y Fidel Linares (Pinar del Río).
Pero, desde que en el campeonato de 1967-68 se estableció rigurosamente el sistema de territorialidad y representatividad provincial, las cosas comenzaron a cambiar. Si bien es cierto que a través de los años hubo casos de peloteros de una provincia que jugaron en otra, y en las últimas contiendas ha existido una mayor flexibilidad, no es menos cierto también que ese elemento ha encasillado el certamen cubano en un modelo obsoleto dentro del béisbol moderno.
Puede que resulte atractivo, y hasta sentimental, que un mismo atleta permanezca toda su vida con la misma camiseta. Pero del mismo modo, también impide que podamos verlo desempeñarse junto a otras estrellas de diferentes provincias o competir por una misma causa en otra región del país donde sea, tan o, más admirado que en su propio lugar de nacimiento.
Únicamente cuando se integra la selección nacional, o se celebra un partido de las estrellas, es que los fanáticos cubanos pueden ver, por ejemplo, a Yulieski Gourriel en el mismo lineup donde juega Alexander Malleta, o a Ariel Pestano recibiéndole bolas a Ismel Jiménez.
Aplicar el principio de no-territorialidad a un torneo de pelota en Cuba podría ser chocante en un inicio. Pero, del mismo modo que el cubano se ha adaptado a comer picadillo de soya por carne de res, o a comprar las cosas de valor con una moneda que no es la misma que recibe en su salario, no dudo que también, llegado el momento, tendrá suficiente disposición para adaptarse a ver jugar en un mismo conjunto a Yosvani Alarcón, José D. Abreu, Héctor Olivera, Rudy Reyes y Alexander Ayala.
Fuera del invierno por primera vez
La primera liga cubana de béisbol, nacida en diciembre de 1878, fue diseñada para jugarse durante los meses de invierno. Tradicionalmente ha sido así durante más de 130 años, aunque, a través de las diferentes épocas también han existido en Cuba otros torneos en los meses de primavera y verano. Pero, lo cierto es que los certámenes más importantes de la historia (Liga Profesional y Serie Nacional) siempre desarrollaron su competencia en un rango que, por lo general, ha oscilado entre octubre y marzo.
En cambio, lo novedoso de mi propuesta en este aspecto consiste en romper ese esquema por primera vez y trasladar el máximo evento de la pelota cubana hacia los meses de verano, es decir de marzo a septiembre.
Los motivos por los que propongo esto son los siguientes:
Primero, al jugar el más importante campeonato de Cuba en el verano, se igualaría en frecuencia con la organización que ya marca el paso y regirá, sin dudas, el futuro del béisbol y las competencias internacionales (olvídense de la IBAF), estamos hablando de Major League Baseball. Esta decisión permitiría ajustarse al calendario oficial de los eventos internacionales, sin que afecte, como sucede desde hace tiempo, el constante reacomodo de la agenda doméstica a los intereses de estos certámenes. El ejemplo más reciente de ello ha sido la celebración del Clásico Mundial, que ha provocado dos veces la suspensión de la Serie Nacional, prácticamente, en los meses definitorios de la contienda.
Segundo, decirle adiós al formato invernal pondría en posibilidades reales a los beisbolistas cubanos de estar completamente abiertos a participar en ligas extranjeras. No habría necesidad de que esperaran un determinado número de años para poder salir a jugar, sino que desde el mismo momento que el atleta alcanzara el máximo nivel en Cuba, eventualmente calificaría para ser contratado por alguna organización invernal de otro país que solicitara sus servicios. Recuérdese que los tres circuitos más competitivos y económicamente solventes del mundo (Estados Unidos, Japón y Corea), efectúan su torneo en los meses estivales, mientras que toda el área del Caribe, y ahora también Australia, lo hacen durante la etapa invernal.
Tercero, entre las ventajas que ofrece un torneo de verano, también se encuentran el mejor aprovechamiento del clima para conformar un calendario extenso de partidos y el beneficio de las tradicionales vacaciones de verano para atraer mayor cantidad de fanáticos al espectáculo.
Cuarto, entre los planes futuros que MLB estudia establecer a largo plazo, se ha mencionado ya una suerte de “serie internacional” entre los campeones de las ligas de Japón y Estados Unidos al final de las temporadas de ambos circuitos. Qué tal si llegado el momento, el proyecto evoluciona en un torneo de clubes campeones y se decide luego incluir dos o más participantes, donde, por qué no, se contemple la presencia de Cuba. ¿Vamos a esperar que cosas como esta sucedan para empezar con el cambia-cambia de siempre?
Estructura, número de juegos y formato de competencia
Pese a todas las dificultades que presenta el béisbol cubano hoy, la Isla aún es una fuente natural de peloteros. Pero ese talento joven necesita una perspectiva real de futuro, no sólo para competir, sino también para vivir. Los tiempos han cambiado, el mundo ha cambiado, Cuba también está por cambiar. Es inconcebible que a estas alturas, todavía la única aspiración para un beisbolista cubano sea vestir los colores del equipo nacional.
Cada año emigran más y más peloteros por su propia cuenta. Esos mal llamados “desertores” salen en busca de su sueño personal, mientras que al irse, dejan sepultada en la Isla las ilusiones de la Serie Nacional. No obstante, el semillero parece inacabable, y siempre emergen suficientes hombres con destreza y vocación para seguir jugando béisbol. Por tal motivo, mi propuesta de estructura contemplaría realizar un campeonato de 8 equipos donde se concentraran el potencial atlético y el balance competitivo.
Mas, planificar un evento con ocho clubes sólo ofrece dos variantes de formato. Una, es la clásica fórmula de todos contra todos, donde al final los primeros de la tabla discuten la postemporada. La otra, sería separar las ocho escuadras en dos divisiones de cuatro equipos cada una, y que los elencos de mejores resultados en cada llave clasifiquen a los playoff.
Aunque la segunda variante posee el atractivo de una rivalidad zonal, puede crear el inconveniente de que el 3er lugar de un grupo podría finalizar la temporada con mejor récord que el 2do puesto, o incluso, con cifras similares al campeón del otro bando. Pero, porque está forzado a conseguir la clasificación por su división, pierde la oportunidad de asistir a la postemporada, aún con resultados superiores.
En cambio, la primera variante tiene el atractivo de que se pueden aprovechar al máximo las probabilidades y ventajas que ofrece este tipo de esquema para los ocho equipos. De este modo, mi propuesta de formato se basaría en el más simple de los dos. Es decir, 8 equipos en contienda que se enfrentaran todos contra todos, sin fronteras divisionales o zonales.
Por otro lado, el total de partidos a jugar en un torneo ha sido una de las características más inestables históricamente en las estructuras de la Serie Nacional. Desde los 27 desafíos en 1962 hasta los 97 choques en 2012, ese patrón de concurso ha variado al menos 15 veces en 50 años. Teniendo en cuenta la sugerencia anterior de jugar durante el verano, el rumbo que intenta tomar el béisbol internacional, los aspectos que pueden coincidir con las mejores ligas del mundo, así como una nueva y legítima estabilidad de los récords, mi propuesta de estructura observaría la celebración de un calendario de 154 partidos.
Una vez definidas las posiciones del 1 al 8 en la tabla clasificatoria, quedaría sólo determinar el sistema que se utilizaría en la Postemporada. Pero a diferencia del formato clasificatorio, la postemporada puede presentar una gama de alternativas un poco más amplias.
En una de las versiones asiáticas, generalmente clasifican a los playoff del 1ro al 3ro en el “standing”. Mientras el tercero y el segundo se eliminan, el primero espera por su retador para discutir el título. Aunque tiene el inconveniente de que le ofrece la oportunidad a muy pocos equipos, y además que uno de ellos permanece sin jugar mientras espera por su rival, posee a su favor que garantiza que el primer lugar de la clasificatoria siempre discuta el título.
Otra disyuntiva, pero de sello caribeño, efectúa un round robin, o ronda eliminatoria, usualmente entre los primeros cuatro lugares. En este caso, los dos equipos que terminen en la cima de esta fase adquieren los boletos para luchar por el banderín. Sin embargo, la postemporada puede perder interés cuando uno de los conjuntos se despega demasiado o, si la mejor selección de la clasificatoria juega una mala ronda y se va al sótano sin derecho a discutir el pergamino.
También hay alternativas que contemplan semifinales cruzadas entre primero y cuarto, y tercero y segundo, pero este tipo de procedimiento eliminatorio también puede deparar sorpresas injustas.
Empero, entre todas estas variantes, la Liga Mexicana del Pacífico presenta un sistema que, probablemente, ofrezca el espectro de posibilidades más vasto de todos, y el que con ciertos ajustes a nuestros intereses, podría resultar satisfactorio para completar la propuesta.
En este caso específico, las chances de clasificación a la postemporada quedarían abiertas hasta el sexto lugar entre los ochos equipos en campaña. Es decir, los dos sotaneros finalizarían ahí su actuación, pero los seis restantes tendrían la oportunidad de continuar hacia la primera fase eliminatoria de los playoff. En este punto el pareo para disputar las tres series se establecería como sigue: (1º vs. 6º), (2º vs. 5º) y (3º vs. 4º).
Para la segunda ronda de playoff, o semifinales, los tres equipos victoriosos obtendrían su boleto automático y un tercero, con el mejor récord entre los perdedores, recibiría una nueva oportunidad en condición de comodín. Este particular aportaría un segundo aire a uno de los tres derrotados, y sería muy conveniente para aquellos casos en que uno de los clubes favoritos resbalara en la primera vuelta. Como es lógico, el pareo en esta faceta, también se aplicaría en base a resultados y estadísticas.
Al final, sin duda, llegarían los dos que mejor lo hubieran hecho en semis. En todos los casos de la postemporada, las series se disputarían en siete partidos a ganar cuatro.
Sin reconciliación no hay “actualización”
Con la llegada al poder del segundo de los hermanos Castro, la Isla ha comenzado a vivir un proceso conocido oficialmente como “actualización del modelo socialista cubano”. Aunque en la lírica gubernamental la palabra “reforma” no es una de las favoritas para describir este fenómeno, la intención no es más que un plan reformista. El objetivo: mantener vivo el sistema político que ha imperado en Cuba por los últimos 50 años.
En cambio, este contexto es determinante para el béisbol. La Serie Nacional es un proyecto estatal y depende en lo absoluto de la economía del gobierno para su ejecución. Según vaya la crisis del país, también irá la crisis de la pelota.
No obstante, hagamos a un lado el tabú ideológico y la superstición política; asumamos de hecho que esa autodenominada “actualización”, en el plano deportivo, y en el de la pelota en particular, lo que pretende es buscar un “cambio verdadero” e intenta colocar en buen camino el funcionamiento del pasatiempo nacional.
Pero, si es cierto las autoridades deportivas cubanas quieren “actualizar” e implantar “un cambio de mentalidad” en este asunto, primero hay que comenzar por ofrecer una respuesta seria al tema de las “deserciones”, muy en especial, a los cientos de peloteros cubanos que han sido satanizados y acusados de “traidores”.
Desde que en 1991 René Arocha desafió el régimen establecido y se tomó la iniciativa de saltar al profesionalismo sin la aprobación de nadie, la pelota cubana ha sufrido un desangramiento constante con la huida hacia el exterior de muchísimos de sus mejores talentos y otras figuras ya reconocidas.
Las causas de este drama no son difíciles de entender. Hasta ahora, ninguna ideología dogmática ha logrado satisfacer las insaciables aspiraciones humanas sin restringir las libertades de elección. El comunismo cubano tampoco puede convencer sin escatimar, por supuesto, solo el ejercicio de la plena libertad puede.
Es por ello que el primer paso debe ser valiente, desinteresado, y no se debe condicionar al capricho ideológico. Que yo sepa, ningún pelotero que se ha marchado de Cuba ha tenido la intención de regresar para derrocar al gobierno por medio de las armas (un acto que sí es punible en cualquier parte del mundo), aunque dinero no les falta para organizar una invasión. ¿Entonces cuál es el empeño en gritarles traidores?
Una vez que se haya reconocido el error, se les haya pedido perdón por el uso de tales calificativos y se les haya restituido la vejada integridad moral, estaríamos hablando realmente en términos reconciliatorios. Ese es el primer paso que intuyo, se necesita, para asimilar lo propuesto anteriormente.
La rehabilitación del legado histórico
Empero, la creación de una nueva estructura no la imagino sin la contribución de los mejores hombres que ha dado esta disciplina en Cuba. Cualquiera que admire, respete y esté dispuesto a ayudar al mejoramiento del baseball, debe tener el derecho a colaborar sin que para ello se use otro medidor que no sea su genuino amor por el Juego.
Luis Tiant, Orestes Miñoso, Cookie Rojas, Tany Pérez, Camilio Pascual, Tony Oliva, etc, son parte de ese exilio cuyas hazañas deportivas jamás han sido reconocidas públicamente en 50 años de Series Nacionales. Del mismo modo, otro sinnúmero de personalidades, como el legendario narrador Felo Ramírez o el académico Roberto González Echevarría, también han aportado su grano de arena a la leyenda del béisbol cubano con su labor fuera del terreno. Pero su trabajo tampoco ha sido agradecido oficialmente dentro de la Isla.
A todos ellos también hay que pedirles perdón por el ostracismo y la exclusión a que han sido sometidos en estas cinco largas décadas de intolerancia deportivo-ideológica. De hecho, existe una extensa lista de extraordinarias figuras ya desaparecidas, que nunca volvieron a pisar Cuba por diferentes razones, y cuyos nombres fueron marginados de la historia de la pelota cubana de forma arbitraria.
Ese legado, que ha sido ignorado y silenciado, necesita ser reinstalado en su justo lugar. Lo que se ha hecho con Conrado Marrero hay que hacerlo con todos los demás, ¿o es que solo Marrero, porque se quedó en Cuba, es el único que merece ser reconocido? Quien haya tenido la oportunidad de haber estado frente a hombres como Tiant, Pérez, Felo o González Echevarría, entenderá por qué aman tanto la historia del juego en Cuba, por qué nunca han dejado de ser cubanos y por qué llevan el amor a la Isla en lo más profundo de sus almas.
Una vez que los actuales, o futuros, integrantes de la Federación Cubana de Béisbol tengan el coraje de aceptar la diversidad de los que han sido discriminados y segregados, entonces podemos comenzar a hablar de una legítima reconstrucción y una sincera apertura del béisbol cubano. Estoy seguro que mucho de esos hombres que viven fuera de Cuba, si recibieran una propuesta seria, honesta y sin ninguna condición política (imposible exigirles a cambio una declaración para que liberen a los “cinco héroes”), estarían dispuestos a entregar su aporte y a participar desinteresadamente en la reconstrucción del deporte nacional.
La autenticidad de mi propuesta pasa esencialmente por la formación de una unidad primaria en torno a la leyenda de la pelota nacional. No importa donde haya sido escrita, pero siempre y cuando haya sido escrita por un cubano, debe ser aplaudida y valorada por igual. Cuánto honor y cuánta gloria sería posible reunir entonces en una competencia de béisbol en la Isla.
Pensemos en un hipotético enfrentamiento entre dos populares novenas, y que uno los managers fuera, por ejemplo, Tany Pérez y el otro Jorge Fuentes. Supongamos que el coach de pitcheo en un lado fuera Jorge Luis Valdés y en el otro estuviera René Arocha. Imaginemos que en un dogout el entrenador de bateo se nombrara Omar Linares, mientras que en la banca opuesta estuviera alguien llamado Tony Oliva…
¡¿Se puede soñar algo más sublime para la grandeza del baseball cubano?!
Un torneo “con todos y para el bien de todos”
He querido parafrasear esta frase de José Martí, pues me gustaría insistir en este punto donde nos encontramos: los atletas cubanos que se encuentran en el exterior. ¿Serán condenados al destierro para toda la vida estos hombres? ¿Nunca los volveremos a ver jugar en Cuba otra vez?
Pero, ¿de qué estamos hablando aquí? De una nueva era, por supuesto. Vamos a fantasear que se ha producido el famoso “cambio de mentalidad”, que se han eliminado los tabús políticos y que la armonía, la tolerancia y la comprensión es el combustible que impulsa el béisbol de Cuba.
Vamos a soñar que ese instante es ahora mismo y miremos qué le puede proporcionar a la calidad de la pelota cubana, no sólo el aporte de los que viven dentro, sino el de todos aquellos que se fueron y pueden regresar a jugar a su patria, sin trabas ni condiciones.
Por tal motivo he preparado el siguiente ejercicio, con el que de alguna forma también quiero ejemplificar el factor de no-territorialidad que esbocé en un epígrafe anterior y la importancia que tiene para encontrar el equilibrio, la atracción y el espectáculo. Para ello he constituido ocho equipos con los atletas más destacados de la última campaña 2011-12.
El elemento clave para agruparlos fueron las estadísticas finales de la temporada anterior. No hay ningún otro. Luego de ubicar a cada atleta en una tabla de orden descendente, en base a un valor estadístico del rendimiento, los adicioné de forma paulatina a cada escuadra siguiendo sólo el orden numérico hasta formar las ocho nóminas.
Por ejemplo, de los 32 lanzadores abridores con mejor récord de victorias y derrotas, coloqué a los ubicados del 1 al 8 como cabezas de rotación en los equipos asociados con el mismo número. En este caso por ejemplo, Ismel Jiménez, el máximo ganador de la contienda con (17-4) fue emplazado en el EQUIPO 1; el segundo serpentinero, Vladimir García (14-5) fue inscrito en el EQUIPO 2, y así sucesivamente hasta llegar al octavo. Después agregué los ocho segundos (9 al 16), siempre en orden descendente, y finalmente el resto, hasta conformar una probable rotación de cuatro abridores
Para los pitchers cerradores, escogí a los ocho con las cifras más altas de salvados de la pasada temporada, de modo que el recordista Danni Aguilera (27) apareciera en el EQUIPO 1 y Yormari Socarrás (12) en el EQUIPO 8.
Luego repartí los ocho mejores por posición y, además, incluí un bateador designado y un utilily en cada caso. Para este último sólo tuve en cuenta que hubiera jugado, al menos, una posición en el cuadro y otra en los jardines. En todos los casos usé el promedio de bateo para establecer el orden numérico.
Como resultado de este ejercicio, tenemos 8 lineups regulares con gran parte del mejor talento que Cuba puede mostrar en este instante. Preciso en “gran parte”, porque fuera de estas alineaciones quedaron otros excelentes atletas que no alcanzaron a sumar los números necesarios de rendimiento por diversas razones. Es indudable que peloteros como Yulieski González, Jonder Martínez, Giorvis Duvergel, Freddy A. Álvarez, Mario Vega, Osvaldo Arias, Eriel Sánchez, Michel Enríquez o el mismo Yasiel Puig, tienen cualidades más que suficientes para ser jugadores titulares en cualquiera de los ocho equipos.
Pero recalco que sólo se trata de simple un ejercicio, el que quiero completar finalmente con otro elemento importante y necesario. Habíamos imaginado que los beisbolistas emigrados tenían las plenas libertades y derechos que puede garantizar la constitución de cualquier nación del mundo: entrar, salir, trabajar y vivir en su país de origen sin ningún impedimento, mucho menos el ideológico. Pensemos pues, en aquellos hombres que, por varios motivos, les ha sido imposible establecerse en Grandes Ligas, pero que aún están en activo y en plenitud de facultades.
La lista es larga, y hay nombres que la mayoría de los cubanos que viven en la Isla todavía tienen frescos en su memoria: Leslie Anderson, Francisley Bueno, Amaury Cazañas, Joel Galarraga, Yuniesky Maya, Juan M. Miranda, Yadil Mujica, Michel Abreu, Bárbaro Cañizares, Alberto Castillo, Donnell Linares, Yadel Martí, Amauri Sanit, Michel Hernández, etc, etc…
¿Sería demasiado quimérico pedir que algún día esos hombres curtidos en otras ligas profesionales pudieran regresar y aportar su sabia de experiencia a una futura organización cubana?
Imaginen ahora estos ocho equipos que les presento a continuación, reforzados con todos los que faltan…
EQUIPO 1 P1-Ismel Jiménez (17-4) P2-Noelvis Entenza (11-7) P3-Yudiel Rodríguez (10-8) P4-Yosvani Torres (9-12) PC-Danni Aguilera (27) C-Yosvani Alarcón (314) 1B-José D. Abreu (394) 2B-Héctor Olivera (341) 3B-Rudy Reyes (353) SS-Alexander Ayala (333) LF-Alfredo Despaigne (326) CF-Yunieski Larduet (339) RF-Rusney Castillo (332) BD-Danel Castro (370) UT-Maikel Castellanos (351) |
EQUIPO 2 P1-Vladimir García (14-5) P2-Raimar Navarro (11-9) P3-Alain Delá (10-9) P4-Ciro S. Licea (8-2) PC-Duniel Ibarra (22) C-Luis Castro (304) 1B-Ernesto Molinet (369) 2B-Rafael Hidalgo (329) 3B-Yonder La O (335) SS-Erisbel Arruebarruena (320) LF-Yuniet Flores (321) CF-Guillermo Heredia (343) RF-Yadiel Hernández (330) BD-Marino Luis (327) UT-Lázaro Blanco (314) |
EQUIPO 3 P1-Yoelkis Cruz (13-5) P2-Vicohandry Odelín (10-4) P3-Frank Navarro (10-12) P4-Frank Montieh (8-4) PC-Pablo M. Fernández (18) C-Yosvani Peraza (303) 1B-Yordanis Samón (363) 2B-Juan C. Torriente (327) 3B-Yurisbel Gracial (328) SS-Dainer Moreira (311) LF-Eliut Torres (317) CF-Yoelvis Leyva (335) RF-Alexei Bell (327) BD-Isaac Martínez (304) UT-Jorge Jhonson (313) |
EQUIPO 4 P1-Odrisamer Despaigne (13-8) P2-Ángel Peña (10-4) P3-Yadier Pedroso (9-6) P4-Erlis Casanova (8-6) PC-Jesús Guerra (15) C-Ariel Pestano (303) 1B-Yunier Mendoza (340) 2B-Dayán García (322) 3B-Yulieski Gourriel (324) SS-Yordan Manduley (351) LF-Frederich Zepeda (302) CF-Ramón Lunar (318) RF-Andy Zamora (327) BD-Roberto Zulueta (294) UT-Maikel Cáceres (307) |
EQUIPO 5 P1-Norberto González (13-8) P2-Leandro Martínez (10-4) P3-Yuniel Leyva (9-7) P4-Dael Mejías (8-7) PC-José A. García (13) C-Lorenzo Quintana (302) 1B-Yasiel Santoya (331) 2B-Wilfredo Aroche (319) 3B-Yenier Pérez (317) SS-Roberto C. Ramírez (339) LF-Edilse Silva (297) CF-Roel Santos (315) RF-Irait Chirino (326) BD-Joan C. Pedroso (291) UT-Ariel Sánchez (304) |
EQUIPO 6 P1-Yohan Hernández (11-3) P2-Danny Betancourt (10-5) P3-Dalier Hinojosa (9-7) P4-Abel Viego (8-7) PC-Yolexis Ulacia (13) C-Danger Guerrero (301) 1B-Ariel Borrero (321) 2B-Ernesto Lalana (317) 3B-Yordanis Alarcón (307) SS-Orlando Acebey (323) LF-Lázaro Rodríguez (288) CF-Yunieski Gourriel (308) RF-Andrés Quiala (324) BD-William Saavedra (290) UT-Urmaris Guerra (302) |
EQUIPO 7 P1-Alaín Sánchez (11-3) P2-Yander Guevara (10-7) P3-Luis M. Suárez (9-8) P4-Osmar Carrero (8-7) PC-Yomari Socarrás (12) C-Luis A. Ferrales (292) 1B-Pedro Poll (301) 2B-José M. Fernández (317) 3B-Donal Duarte (303) SS-Aledmis Díaz (315) LF-Denis Laza (288) CF-Carlos Tabares (301) RF-Pedro W. Castillo (312) BD-Rolando Meriño (289) UT-Yasmani Tomás (301) |
EQUIPO 8 P1-Jorge A. Martínez (11-5) P2-Darwin Beltrán (10-7) P3-Alberto Soto (9-12) P4-Miguel Lahera (8-11) PC-Lenier Rodríguez (12) C-Lednier Ricardo (289) 1B-Yorelvis Charles (296) 2B-Yoilán Cercé (301) 3B-Raúl González (303) SS-Alexander Guerrero (290) LF-Yoandry Urgellés (282) CF-Héctor Hernández (283) RF-Yusniel Ibañez (304) BD-Alexander Malleta (288) UT-Osniel Madera (291) |
El espectáculo es lo único que cuenta
Quizás este ha sido uno de los conceptos más vilipendiados sistemáticamente desde que las Series Nacionales se entronizaron en el panorama cultural de la nación en la década de 1960.
Lo primero que sucedió fue la eliminación de la costumbre de colocarles sobrenombres a los equipos, luego desapareció la producción de “memorabilia” coleccionable, paulatinamente disminuyó la producción de material gráfico y estadístico, y finalmente se cerraron las opciones a cualquier otra iniciativa que embelleciera el juego como puro espectáculo.
Y, mientras el béisbol internacional va por un lado en este aspecto, en Cuba se avanza milímetro a milímetro después de 50 años de haber creado la burbuja del béisbol aficionado.
Tardíamente han llegado los sobrenombres de los equipos a la Serie Nacional, pero ni siquiera aún son oficiales, ningún equipo lo usa en su uniforme y mucho menos en sus emblemas o escudos identificativos.
Al menos, en la última década, se ha editado una guía oficial para las estadísticas, pero nada más. Es imposible adquirir revistas especializadas, libros, folletos, las célebres “postalistas”, u otro material gráfico o visual que generalmente se produce alrededor de un evento de esta magnitud.
Ocasionalmente, los cubanos pueden lucir una camiseta o la gorra de su equipo favorito en el estadio. Pero muchas veces esos artículos, o son fabricados en Miami, o son adquiridos en moneda dura, o son obtenidos de los propios deportistas. Ni hay producción, ni comercialización estable, mucho menos lo que existe se encuentra al alcance de la mayoría de los fanáticos.
En cuanto al tema de la memorabilia coleccionable (artesanías, pines, sellos, banderines, “bobbleheads”, pelotas autografiadas, posters, etc) es todavía una opción desconocida después de 1962.
Del museo o Salón de la Fama del béisbol cubano mejor ni hablar.
En cuanto a las transmisiones radiales y televisivas, se puede considerar como uno de los peores males de la actual Serie Nacional. El monopolio absoluto de esta herramienta por parte de algunos personajes ha obligado a los fanáticos a escuchar las mismas voces durante décadas sin posibilidad de mejorar las opciones. Es abominable lo que se soporta en nombre de la narración deportiva.
Tampoco en los años que viví en Cuba pude ver a los beisbolistas, ni siquiera del equipo nacional, visitar escuelas u hospitales, ni ofrecerle charlas a niños o a estudiantes, ni dar sesiones de firma de autógrafos, ni participar en otras labores comunitarias, salvo los actos políticos.
Sin duda, el acercamiento a la comunidad, es otro factor extradeportivo que debe ensamblarse a las piezas antes mencionadas para hacer del futuro del béisbol, no sólo un simple modo de vida (como estereotipadamente aún se manipula la pelota profesional en la Isla), sino como la base sustancial y verdadera del espectáculo deportivo y la interacción con sus fanáticos.
La idea y la realidad
Quien haya podido leer hasta aquí comprenderá que, todo lo anterior, no es más que un plan muy idealista, improbable de llevar a término tal como están, y son, “las cosas” en Cuba. Pero, justo de eso se trata, de imaginar, de interpretar, de proponer y ejercitar diseños sobre una realidad que puede, y debe, ser transformada, alterada o modificada, en aras de mejorar lo que existió ayer y lo que existe hoy.
No obstante, el mayor obstáculo que puede impedir que tengamos un competitivo y verdadero torneo de pelota, son las mismas limitaciones que como humanos nos imponemos. Por mucho tiempo, los cubanos hemos visto sometida nuestras vidas, nuestro país y nuestro pasatiempo nacional, al fanatismo ideológico, a la intolerancia absurda, al juicio extremista, a la sordera inflexible… condiciones que, en todos los casos, lo único que han provocado es el amurallamiento y la restricción de nuestra libertad de elección.
Empero, nada de lo creado por el hombre en esta tierra existió antes de ser imaginado. Si hoy tenemos un deporte llamado béisbol es porque, primero fue concebido como una idea en la mente de unos hombres y, después, quedó materializado gracias el esfuerzo de otros. Lo mismo debemos hacer con nuestra pelota nacional, imaginemos su mejor futuro en una idea, para que un día otros cubanos la puedan hacer realidad.
Aunque esta propuesta se inclina bastante “a la Americana” siempre es bueno analizar todo tipo de criterios ya que indudablemente, de una forma u otra, el beisbol Cubano algun dia se transformara. Lo unico que el Sr.Manzano no explica a cabalidad es como bajo esta porpuesta la “hipotetica liga Cubana de Verano” podria retener a sus maximas estrellas, mas cuando estos estarian “libres” de inclusive firmar “contratos” independientes durante el Invierno en otras ligas profesionales del mundo. Que le impediria a MLB, por ejemplo, de avalanzarse sobre todo lo que “brillara” en Cuba e insertarlo en los diferentes niveles del Profesionalismo Americano durante ese mismo periodo del año? Y si sucede, en que condiciones quedarian los ocho equipos Cubanos a los que esta propuesta hace referencia? Ciertamente nuestra liga no estaria en condiciones de competir en igualdad de condiciones.
Mi opinion personal es que sea cual sea la propuesta, modelo, o camino que fianalmente el beisbol Cubano adoptase, esta debe de venir acompañada de restricciones contractuales para los peloteros Cubanos por cierta cantidad de años. Esa seria la unica manera de conservar un auntentico beisbol nacional y la calidad de la liga. Por otra parte, la liga Cubana debe estar en posicion de seguir desarrollando su talento de forma independiente, pues si MLB se apodera del mismo antes de los “equipos Cubanos” pues volvemos a lo mismo. Creo que la futura liga Cubana de beisbol profesional debe tratar de emular lo mas posible, dentro de nuestra cultura e idosincracia, el modelo Asiatico. Bajo este modelo los equipos del patio se reparten entre ellos el talento local manteniendo el nivel de la liga, y a su debido tiempo “postean” o “transfieren” a sus estrellas a MLB a cambio de millones de dolares, los cuales no solo cubren los gastos que el equipo gasto en la preparacion y salarios del pelotero durante sus años de activo en Japon, sino que los fondos tambien sirven para seguir desarrollando sus propias bases de talento de manera completamente independiente. Saludos!
Un Saludo,
Cuando se trata o hablamos del béisbol Cubano, cero que Hablar del béisbol Americano “MLB” o de peloteros cubanos que viven y juegan en las mayores esta de mas o no es interesante!
( Memorias y reflexiones del béisbol cubano ) creo que tiene mucho que ver con béisbol Cubano y nada con las MLB.
Es Solo que debatir sobre nuestro béisbol es parte del brillo de esta Pagina.
—.
Propuesta de nueva estructura del béisbol cubano.
Me gusta mucho esa idea! sin mas estamos en presencia de 8 equipos Cuba, así lo diría yo! muy fuerte, lleno de juventud y balanceada la experiencia deportiva.
8 equipos!! que pudieran enrolarse en una serie o campeonato de máxima calidad, lujo y audiencia total., al cual se le añadieran los 200 mejores peloteros restante, serian 25 para cada equipo, llegando a formar escuadra de 40 peloteros por equipo!
90 juegos total ?..
Un todos vs todos!
clasificando los 4 primeros y llevándolos a un play off.,
el 1ro vs 4to y 2do vs 3ro, de 7 juegos a ganar 4, los ganadores por el campeonato ( de 7 a ganar 4 ) y los perdedores por la 3ra plaza!.
seria un excelente campeonato, el mas fuerte de Cuba en todos los tiempo., pero!
tendríamos que enloquecernos con los nombres de cada uno de esos equipos ya que las provincias se perderían ” en su nombre” se pudiera pensar en EQUIPO 1 Bucaneros, el 2 Coral Negro, el 3 Mar Azul, y así sucesivamente.
también para la afición seria un problema de seguir un Equipo, ya que la provincia no estaría representada ” solo jugadores.
pues si! seria un Campeonato de lujo y de máxima calidad..
Terminado el Campeonato, llegaría la elección de los 50 mejores para la preseleccion nacional, lo cual seria otro dolor de cabeza, pero sin dudas la calidad sobraría, el rendimiento estaría por lo alto la mas alto, la afición estaría encantada y el Equipo Cuba tomaría otra vez su cetro en el Béisbol Internacional.
Espero que la comisión nacional de Béisbol tome este punto de referencia y rompa con un Campeonato tal a este con vista al Clásico Mundial.
Un Saludo!
Habana del Este.
La propuesta de estructura es muy interesante pero difícil (por no decir imposible) de ser acogida por las autoridades en la isla. En Cuba ya sabemos que la ideología es la que manda en todos los aspectos de la sociedad y ese sería el decisivo factor en contra para llevar a cabo este próposito.
Es por esto que me voy a centrar en comentar la propuesta como tal. Lo que más me ha gustado es lo del cambio de fecha de inicio y final del campeonato, esto sentaría las bases para adaptarse a los cambios que necesariamente tendrá que asumir el baseball cubano para poder cumplir los compromisos internacionales como bien reseña Rogerio.
No estoy de acuerdo en que la representatividad territorial no compagine con la calidad. Dada las circunstancias de Cuba y el tiempo que ya lleva con la actual división político administrativa, en mi modesta opinión lo lógico sería pensar como logramos realizar una estructura que primero termine con el baile y los continuos cambios que se han operado en este sentido durante 50 años y poner algo duradero de lo que todos los especialistas y pueblo en general estemos convencidos que será lo mejor para el beisbol cubano y repito siempre tomando en cuenta las actuales condiciones que hay allí en la isla y no en el futuro.
Yo siempre he tenido una idea de estructura que quisiera compartir con Rogerio y los lectores a ver que les parece. Con ella pretendo mantener los actuales equipos y buscar la concentración de la calidad en la misma, sería la siguiente:
Primero:
Yo dividiria la Serie en una primera y segunda división . La primera con 8 equipos (los que hubieran ocupado los 8 primeros puestos en la Serie Anterior)y la segunda con los equipos restantes.
Segundo:
Permitiría a los equipos de Primera escoger entre 3 y 5 jugadores para fortalecer sus rosters de los equipos que se hayan ido a la segunda división. Esto facilitaría que jugadores de talento y valía sigan jugando en el más alto nivel.
Para esto previamente se realizaría un sorteo en el que se establecería el orden de selección para cada equipo y lo harían seleccionando un jugador en cada turno y no todos a la vez para evitar que un equipo se lleve a los mejores y que haya un mejor balance.
Tercero:
Permitiría que jugadores de otras provincias que no formaran parte de su preselección provincial puedan ser escogidos por los demás equipos hasta un máximo de 2, preferiblemente despues de la celebración del sorteo a que hago referencia en el punto segundo con el objetivo de que posibles talentos puedan completar las vacantes que haya en los equipos.
Esto sería beneficioso para los equipos de segunda fundamentalmente ya que sus mejores valores se irian a jugar a Primera y aqui se podría hacer una excepción en cuanto al número de acuerdo a las necesidades.
Cuarto:
Pondría los 19 años como edad para comenzar a jugar en el primer nivel y de esa manera no quemar etapas.
Quinto:
Cada provincia contaría con un equipo base para el desarrollo de sus jugadores, de los cuáles podrán subir y bajar jugadores de acuerdo con los criterios de rendimiento.
Sexto:
En Primera el campeonato se desarrollaría con un todos contra todos y los cuatro primeros irían a los Play-off.
El septimo y octavo puesto bajarían a segunda y ascenderían los 2 primeros de segunda, donde se podría considerar realizar también play-off.
Esta es la idea que es muy parecida a lo del futbol y que por supuesto le faltaría reglamentación y pulir muchos detalles, pero yo creo que funcionaría.
Un saludo afectuoso para todos.
Pandiame
Hola!
no esta mal eso de los 8 equipos pero se pierde mucho! tanto en competitividad y audiencia. por ejemplo
tu primer punto: Dividir la serie en primera y segunda división
lograrías que la segunda división perdiera calidad, no tendría audiencia total., y Pinar del Rio y Santiago de Cuba serian los verdugos de Mayabeque, Artemisa, Metropolitanos!. Isla.. Camaguey, Guantanamo, Holguin.. osea si la segunda División la componen
Pinar del Rio
Isla de la Juventud
Metropolitanos
Artemisa
Mayabeque.
Santiago de Cuba
Camaguey,
Guantanamo
Holguin
Segundo punto:
escoger entre 3 y 5 jugadores para fortalecer los equipos.: Desacuerdo!
representar a tu provincia es el objetivo, es la ambición, la aspiración la causa por la cual nos hacemos peloteros!
—–
Peloteros hay se sobra para garantizar que cada provincia tenga dos equipos en Series nacionales! y luego una selectiva!
ejemplo..
Forestales y Vegueros ( Serie Nacional ) Terminada la Serie nacional los mejores integrarían el Pinar del Rio para la Selectiva.
Citricultores y Henequeneros ( Serie Nacional ) los mejores integrarían el Matanzas para la Selectiva.
Metropolitanos e Industriales ( Serie Nacional ) los mejores integrarían el Ciudad de la Habana para la Selectiva
Mayabeque y Artemisa para la Serie Nacional los mejores integrarían el Habana para la Selectiva.
así sucesivamente!!
Ideas hay muchas, pero solo una le dará la calidad que nuestro Béisbol necesita
Saludos!!
Hola Habana del Este. Bueno decirte que hay cosas en las que probablemente tengas razón y otras con las que no estoy de acuerdo y te explico a grandes rasgos cual es mi idea. Voy por partes.
Yo creo que la competitividad no se perdería porque todos los equipos tendrían la capacidad de competir sin ningún tipo de problemas.
En cuanto a la audiencia creo que tampoco se perdería porque los fanáticos seguirian a su equipo siempre sin importar si está en primera o segunda división. Ya ese aspecto dependería más de las trasmisiones que se hagan ya sean televisivas o radiales y de la cobertura mediática que tengan ambos campeonatos.
Tú dices que la segunda división perdería calidad y ahi te doy la razón porque los mejores jugadores de los equipos se irian a jugar a primera pero ojo yo propongo que esos huecos puedan ser tapados por prospectos de otras provincias que no tuvieron cabida en sus respectivas preselecciones y por supuesto por jugadores de la propia provincia en cuestión. Con esto logro que mas jugadores tengan la posibilidad de desarrollarse en un nivel que sin ser de la calidad de los de primera, si les va a aportar la experiencia y el oficio para cuando su equipo ascienda o en caso contrario para ser elegibles por un equipo de primera acorde con su rendimiento.
Tu dices también que Pinar y Santiago van a ser los verdugos de los demás equipos. Bueno depende, si a ellos se les van por ejemplo sus cinco mejores jugadores a primera, ya no les sería fácil ser verdugos,todo lo contrario estaría mas equilibrada la segunda división.
Por otra parte Pinar y Santiago, que sin duda son de los 4 equipos o regiones mas ganadores y con más fuerza de nuestra pelota despues de 1962, no siempre podran mantener ese nivel. Quien podría imaginar que un dia Hoguin y Ciego de Avila iban a ser campeones nacionales o que Cienfuegos o Las Tunas fueran de los mejores equipos en nuestro beisbol, eso es para que tu veas que los tiempos pueden cambiar y que no siempre se tiene que cumplir el mismo guión.
Con lo de los 3 o 5 jugadores de refuerzo y con los 2 probables que no hicieron preselección en su provincia y que ya sería opcional en dependencia del desarrollo y necesidad de cada equipo pretendo primero concentrar toda la calidad en la primera división y segundo lograr que posibles prospectos que no puedan jugar por su provincia puedan hacerlo al mas alto nivel si tienen condiciones para ello.
En mi opinión todo lo que quiere un pelotero es jugar pelota y no necesariamente representar a su provincia, sin duda que eso seria lo ideal, pero si no lo puede hacer y tiene posibilidades en otro territorio ¿se lo vamos a negar?. Ejemplos hay en nuestra pelota de ese tipo y esos jugadores defendieron dignamente la camiseta que les tocó representar sin ningún problema.
Estoy de acuerdo contigo en que en Cuba hay suficientes peloteros para formar 2 equipos por provincia, aunque la verdad no sé si en el caso de Mayabeque y Artemisa que son todavía muy nuevos puedan hacerlo.
Ahora bien tendrían la suficiente calidad esos 2 equipos por provincias o los jugadores el suficiente desarrollo para jugar al mas alto nivel? Yo opino que no, pasaría lo que ya sucedió antes que empezaban a pasarse los mejores jugadores para un solo equipo en detrimento del otro que quedaba en función de comparsa o de coge palos.
Las Selectivas estaban bien, eran muy buena idea pero al final se las cargaron y no creo que vuelvan. Es por eso que yo basandome en lo que ahora hay he tratado de lograr una concentración de calidad que eso precisamente eran las Selectivas y de paso mantengo la representación territorial donde por ejemplo en un equipo de 30 jugadores habrá un máximo de 23 que serán de la provincia lo que equivale a un 77 por ciento que es bastante alto.
Finalmente pretendo lograr un desarrollo escalonado desde la base, pasando por niveles intermedios, la segunda división y por último la primera.
Otra posibilidad sería en los momentos actuales aumentar la cifra en primera división e incorporar a la segunda a una parte de los segundos equipos de las provincias que juegan la liga de desarrollo con todos los derechos de ascender y con su propia autonomía dejando de ser una sucursal del principal equipo, de cuya tarea se encargaría un nivel intermedio o la propia base provincial.
Bueno ya no doy mas lata, un saludo amigo de Habana del Este y a todos.
Hola Pandiame,
Pues si! creo que seria un problema la TV, a quien Televisar ?
a que equipo;
la segunda división perdería calidad” si, también me falto decir algo que seria algo de debatir,
el equipo mas debil ” diremos Guantanamo si no sube a la primera jamas enfrentara a los de la primera división!
creo que dos división ” no seria lo correcto para garantizar una mejor calidad al béisbol
este punto no lo entiendo! cuando te deje escrito que Pinar y Santiago serian los verdugos,
tu dices que ( si a ellos se les van por ejemplo sus cinco mejores jugadores a primera!! Que quieres decir ?
Que sus mejores jugadores se irán a otros equipos de la primera ?
indiscutiblemente la propuesta de Rogério Manzano es un látigo para el béisbol cubano!
tenemos que buscar la forma de que los mejores peloteros choquen entre si en una Selectiva, o en una cuadrangular
de muchos juegos, es la única manera de tomar fuerza para barrer a nivel internacional, con estas estructuras que hoy en dia presentamos estamos pasando trabajo con Rusia, Brasil para ganarles un juego de pelota.
buscar una forma ” que la hay ” para que no sean los mismos finalista años tras años como los son Santiago, Industriales
Pinar y Villa clara
lo de estos últimos años han sido causas de pasmos que Cienfuegos, Matanzas, Guantanamo Tunas han estado en semis..
pero bueno, veamos como se desarrolla la próxima serie
Saludos Pandiame, y encantado!
Desde hace ya algunos años son pocos los aficionados y entendidos del beisbol que se oponen a la idea de cambios radicales en la serie nacional. Desde mi punto de vista lo mas dificil resulta romper la inercia e implementar una nueva organizacion que en un abrir y cerrar de ojos rompa con el esquema con que hemos vivido durante decadas. Por lo anterior se me ocurre que lo que hasta ahora hemos llamado serie nacional pudiera comenzar con 16 equipos divididos en 4 zonas y cada equipo solo enfrentaria a las 3 restantes provincias de su zona. La serie zonal pudiera ser pactada a 27 juegos y de cada zona resultaria un campeon y una seleccion de las otras 3 provincias. Como resultado tendriamos 8 equipos a la nueva serie nacional. Habria que discutir a cuantos juegos seria pactada la serie nacional con 8 equipos, cuantos refuerzos se le permitiria al campeon de cada zona y el incentivo principal para el que resulte ganador entre los 8 equipos seria su participacion en la serie del caribe en calidad de campeon nacional.
Sobre el beisbol cubano actual para mejorar la calidad de el se necesita reducir los equipos a nivel nacional recuerdo antes en los sesnta era de mas calidad era dificil que cuba perdiera un torneo internacional y hoy dia vemos lo contrario ese es mi humilde comentario.
Un saludo!
totalmente! De acuerdo, la reducción hace calidad.
eso espero por la comisión nacional.