Por Rogério Manzano
Marzo de 2014
Imaginar el futuro siempre parece muy difícil, sobre todo cuando el mismo presente aparenta ser tan incierto. Pero, ¿qué sería del hombre si no fuera capaz de imaginar? Probablemente el futuro no existiría.
Piensen por un momento en el propio baseball y sus inventores. ¿Acaso este deporte surgió de la tierra? ¿No es obvio que Alexander Cartwright primero tuvo que imaginar en su cabeza las reglas del juego para después hacerlas realidad?
Ciertamente, ni Cartwright, ni todos los que aportaron al nacimiento del juego bajaron del Monte Sinaí con las ideas del baseball escritas en piedra. Fue un proceso creativo, de inspiración divina del pensamiento, que posteriormente concretaron a través de la materialidad.
Como muchos otros cubanos que aman su pasatiempo nacional, también considero que el torneo cubano de pelota puede ser mucho mejor de lo que es ahora y de lo que fue en el pasado.
Por tal razón, continuamente los fanáticos emiten sus criterios de cómo y cuál debe ser la mejor estructura para la pelota cubana. Yo no soy una excepción en esa regla, pero mi idea no es única ni exclusiva, sólo está matizada desde mi perspectiva particular y sustentada por mi visión personal.
En un artículo anterior (Propuesta de nueva estructura del béisbol cubano) esbocé una exposición bastante amplia sobre este tema, desde la óptica de los hechos vividos hasta aquel momento.
Pero lo formulado en aquellos comentarios era apenas la proyección sobre el instante de una realidad que, inevitablemente ya ha cambiado y se transforma mucho más a cada minuto que seguimos adentrándonos en el futuro.
Estructura de competencia
La interpretación más simple de mi esquema sobre un certamen futuro para la pelota cubana sería realizar un torneo con 8 equipos.
Durante la competencia, los clubes se enfrentarían todos contra todos en varias rondas, y sin fronteras divisionales o zonales, hasta completar un calendario de 154 juegos.
La contienda se celebraría a lo largo de toda la estación de verano y fijaría su inicio y final entres los meses de abril y septiembre.
Al terminar la campaña regular, y una vez definidos los puestos del 1º al 8º en la tabla de posiciones, clasificarían los 6 primeros a la Postemporada.
En este punto el pareo para disputar las tres series de la primera ronda de los Playoff se establecería como sigue: (1º vs. 6º), (2º vs. 5º) y (3º vs. 4º).
Luego, para la segunda ronda o semifinales, los tres equipos victoriosos obtendrían su boleto automático y un tercero, con el mejor récord entre los perdedores, recibiría una nueva oportunidad en condición de comodín.
Este particular aportaría un segundo aire a uno de los tres derrotados, y sería muy conveniente para aquellos casos en que uno de los clubes favoritos resbalara en la primera vuelta. El pareo en esta faceta se aplicaría entonces en base a resultados y estadísticas.
Lógicamente, la Serie Final se discutiría entre los dos ganadores de semis. En todos los casos de la Postemporada, las series se disputarían en siete partidos a ganar cuatro.
Otros detalles orgánicos
En mi boceto futurístico sobre la pelota nacional, la Asociación Cubana de Béisbol (ACB) no sería de ningún modo una pieza aislada o individual dentro de la estructura del béisbol cubano, sino un sistema jerarquizado y ordenado que configuraría parte del conjunto de toda la institución.
Este engranaje se integraría de tres niveles piramidales de desarrollo que explico a continuación.
Liga de Talentos: Esta sería la base de la estructura llamada pirámide. En ella trabajarían especialistas, entrenadores y buscadores, en un circuito académico de carácter instruccional sólo con el propósito de captar, formar y desarrollar el talento de los peloteros juveniles.
Liga de Prospectos: En esta segunda fase, el pelotero superaría la categoría de talento para desarrollarse como prospecto. Aquí, otros especialistas y entrenadores se encargarían justamente de pulir ese talento en equipos granjas con el objetivo de alcanzar la fase superior.
Liga Premier: En este nivel de la Asociación Cubana de Béisbol jugarían los mejores peloteros de la Isla sin distinción de territorio, edad u otro tipo de traba. Allí estarían sólo los atletas más destacados y competitivos del país.
Una verdadera institución
De modo general lo anterior sería apenas el reflejo esquemático del torneo y la competencia. Pero, el diseño de una institución puesta en función de generar un espectáculo deportivo de calidad es mucho más compleja y va mucho más allá de una simple estructura de competencia.
Como ya he dicho en otras ocasiones, el baseball es un negocio, y como tal debe verse. Para tener una verdadera instituión beisbolera que origine un producto de calidad no sólo se necesita una buena inversión monetaria, sino y por encima de todo, se necesita libertad económica para trabajar seriamente.
Eso es algo que todavía no existe en Cuba y, hasta tanto no se logre primero la libertad política, no existirá la seguridad jurídica necesaria para impulsar algún proyecto que mejore el béisbol cubano. Cualquier aspiración fomentada sin estas premisas estará condenado al fracaso absoluto como lo han demostrado los últimos 55 años de la mal llamada pelota “revolucionaria”.
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